sábado, 10 de enero de 2009

El eterno destino

Qué larga parece la espera en esos días de Febrero, cuando el carnaval agoniza y ponemos la vista en el siguiente. Da la sensación de que queda un mundo por delante para volver a escuchar nuevas coplas y sentir de nuevo la sensación de respirar a ritmo de 3x4.
Sin embargo, entre festivales y rumores, el tiempo va corriendo sobre el almanaque acercándonos, casi sin darnos cuenta, a un carnaval más. Sentimos entonces que, quizá, la espera no ha sido tan lenta.

Nos encontramos a las puertas de una nueva entrega de esa gran parte de nuestra vida que es el carnaval de Cádiz. Tenemos ante nosotros otra vez la ilusión, las ganas. El deseo de sentarnos frente a la televisión, o al calor de la radio y empacharnos de coplas, de risas, emociones, nervios. De pasión.

Es esa época del año que nos hace olvidar todas las penas. Nuestro estado natural; nuestra sana droga. Contamos los días con el único propósito de que, cuando por fin llegue, no se pase volando.

Es un estilo de vida; una forma de entenderla. A quienes se nos eriza la piel cuando mencionan febrero, no hay otra cosa que nos mantenga tan en vilo, que saber que nuestra felicidad se encuentra ya a la vuelta de la esquina. Es como si ya escucharamos a lo lejos, el sonido de un pasacalles acercándose lentamente, anunciándonos que toda espera es efímera. Anunciándonos que, en poco más de un mes, los ensayos generales coparán nuestras conversaciones, nuestros pensamientos, nuestras expectativas. Nuestros días enteros.

En poco tiempo, entraremos una vez más en ese estado de alienación, que nos mantiene en una nube de papelillos y plumeros, de extraordinarios sueños cumplidos. En poco tiempo, alcanzaremos la cumbre de nuestra meta anual, de nuestro amor más amado; aquel que nos lleva al cielo y nos lanza al vacío a su antojo.

Es la aparición del cartel la que nos hace darnos cuenta de que, aunque alguna vez nos lo planteasemos, nunca podríamos escapar de aquello que nos atrapa, de aquello que marca nuestros días. Aquello que es nuestro fin y principio; nuestro ser y nuestra alma. Nuestro eterno destino.



Piti

viernes, 9 de enero de 2009

Perdonadme

Hoy os pido que me perdoneis, porque la imparcialidad no tiene espacio en este artículo. Os pido que, sólo por esta vez, me permitais ser más subjetiva que nunca. A decir verdad, la objetividad, en estos tiempos que corren, está en continua agonía, así que, sólo por hoy, os pido el favor de matarla.

Para comprender la historia, han de situarse en el año 1993. Ha llovido demasiado desde entonces pero, si les menciono Febrero, recordarán muchísimas cosas de aquel año.
Imagínense a una niña que no tenía más de cinco años. Imagínensela en Madrid, un día cualquiera de Febrero que hizo que, desde aquel año, ningún día de febrero volviera a ser cualquiera. Intenten situarse en un salón de una casa cualquiera, un televisor. Telemadrid. A media tarde. La niña jugaba sin hacer demasiado caso al mundo que le rodeaba, excepto las historietas que se inventaba. Nada parecía ser capaz de abstraerla de su universo. Una niña inquieta, soñadora, que aprovechaba cada oportunidad que se le brindaba para montar un pequeño mundo paralelo entre sus cacharros.
Pero, algo en la televisión le llamó inesperadamente la atención: en la imagen, un escenario, de lo que parecía ser un teatro. Un grupo de hombres, con aspecto de ricachones, y un mayordomo con una pata de jamón a modo de guitarra entre sus manos. Y se ponen a cantar. Y a la niña le hace gracia. Había olvidado, de repente, todos esos quehaceres infantiles que, hasta ese momento, le habían mantenido entretenida.
Alguien comentó "es el Carnaval de Cádiz". Palabras que entraron por los sentidos de aquella inocente niña como algo tremendamente maravilloso, nuevo, colosal. Y, desde entonces, la niña no volvió a ser igual.

Quizá no fue casualidad, pero fue amor a primera vista. Aquella bendita cinta de video que (gracias, gracias, gracias) su tío estaba grabando, nunca más volvió a salir de casa de la protagonista de esta historia. La guardó en su poder hasta que, del desgaste, ya apenas se veía. Y, al año siguiente, otra vez más.

Aquella niña -esta que hoy escribe estas líneas- no tenía ni la menor idea de que aquello era La Chirigota del Selu. Para ella, durante algún tiempo, fueron "los que iban de ricos". Aquella niña -hoy ya no tan niña- quince años después, no podía imaginar, ni por un segundo, la cantidad de momentos de su vida que iban a protagonizar aquellos que, una tarde de febrero, interrumpieron sus juegos cantando disfrazados sobre un escenario.

Con el paso de los años, fue conociendo a otros autores, otras modalidades. Se enamoró de las coplas de Martín, de la gracia del Love, el arte del Sheriff, la genialidad del Noly, la rebeldía de Ares... Pero, en su corazón y en su conciencia, siempre mantuvo viva, y mantiene, esa pasión y cariño por quienes le descubrieron lo que hoy en día es su pasión más especial.

Una chirigota que la envuelve, que le aparta del mundo, que le ayuda a olvidar las penas, que le alegra los momentos más bajos. Algo por lo que recorre kilómetros, algo por lo que se emociona, se evade, se ilusiona. Algo que no es capaz de expresar con palabras, porque su corazón no sabe escribir.

Si, alguna vez, me hubieran dicho que un 22 de septiembre de 2006 aquel Marqués de Cossío y sus secuaces iban a agradecerme sobre un escenario mi apoyo (el mío, y el de mi inseparable e inigualable compañera de locuras que ellos me presentaron y que hoy es ya como de la familia, Estrella Corleone); jamás podia habérmelo creído. Si alguien hubiera tenido la osadía de predecir que en mi futuro iba a sentir esa irrepetible sensación, puedo asegurar que me hubiera echado a reir.

Es por eso, por todos los viajes, las cervezas, las bromas, las fotos, las muestras de afecto, los agradecimientos, los cientos de coplas, la complicidad y el buen rollo, por lo que jamás podré dejar de sentir a esta chirigota como mía.

Es por La Chirigota del Selu por lo que os pido que me perdoneis. Porque nunca podré decir algo malo sobre estos chirigoteros. Porque ellos forman el monopolio de mi apoyo incondicional. Por cómo son, por el arte de Selu, por el arte de todos. TODOS. Porque, gracias a ellos, y sólo a ellos, accedí a este mundo carnavalesco que tantos y tantos años de felicidad me ha dado.

Porque es mi chirigota, para lo bueno; para lo malo. Para cuando triunfan, para cuando los critican, para cuando al Selu le exigen más que a nadie, para cuando los derrotistas sacan la lengua a pasear. Para los momentos felices, los momentos amargos. Los cientos de kilómetros y las actuaciones en Madrid. Para los envidiosos, para los que los admiran. Para siempre.
Porque soy María la Pesá cuando la gente viene a mí para criticarlos; lo soy cuando los defiendo; y lo soy cuando vienen a mí para felicitarme. Porque me da igual un primero, que un cuarto, un sexto, o un cajonazo. El primer premio de mi pasión siempre es para ellos.

Porque aquella niña, gracias a ellos, comenzó hace quince años a marcar en rojo los días del segundo mes del año. Porque aquella niña, gracias a ellos, comenzó, con poco menos de seis años, a respirar a ritmo de 3x4.

...Y, al que no diga Ole...lo respetamos ;-)

Piti

Gracias ;-)

jueves, 8 de enero de 2009

Así canta Cádiz

Así, con arte; con gracia. Sin rivalidad. Grupos de amigos que se reúnen cada noche para ensayar; con la mirada puesta en el bendito Febrero: el Concurso del Falla y el aire carnavalesco que inundará de fantasía y alegría las calles de la Tacita de plata. Con el único propósito de plantar cara a los desplantes de la vida con humor. Con ironía. Disfrutando.
El compás de una caja y un bombo, la melodía de una guitarra, un pito de caña y la belleza de las voces de doce amigos acompañan a las ganas y la ilusión en el honor de poder cantarle a la cunita del mar.
Pero, en la sombra, existe una cuadrilla de aburridos sin quehaceres, cuyo entretenimiento predilecto es el de hacernos creer que la sana rivalidad que todo concurso conlleva, se extiende en el caso del Falla a una lucha de intereses y falsedades sin fin.
Personas -personajes- que buscan ser protagonistas de esta fiesta a fuerza de encender hogueras de furia entre los grupos que, lejos de caer en la trampa, nos regalan cada año sus muestras de amistad, cariño y respeto entre los carnavaleros. Porque Don Carnal es más educado y noble que aquellos que lo desprestigian. Porque el Dios Momo no se deja atrapar en falsas patrañas. Porque el Carnaval de Cádiz siempre ha sido, es y será, la fiesta de un pueblo en la que abuelos, padres, hijos y amigos de toda la vida, se suben a un escenario para derrochar genialidad y arte. Una tradición que, por mucho que algunos lo quieran, no entiende de rivalidad y discusiones.

Por encima de la ínfima sombra que arrastran aquellos que alimentan la mentira de la rivalidad, se muestra triunfante la gloria y la humildad de los carnavaleros que durante tantos meses dedican horas y horas a su pasión, entre risas y esfuerzo, para cantar al mundo su visión de la vida, el amor a su tierra y la hermandad entre compañeros.

Aquellos que tanto daño pretenden hacer con sus absurdos propósitos de oscurecer la fiesta, deberían rendirse ante la grandeza de historias que llenan de admirable honor a la Tacita, y engordan el orgullo de sentirse gaditano.

Historias como la que se vivió aquella noche mágica de 1999 que vistió al Falla de etiqueta. Puso los vellos de punta a todos los que escuchaban emocionados el homenaje que David y Francisco Javier, los Carapapa, rindieron aquel viernes de febrero, con sus Hijos del Lama, a las chirigotas que no habían superado la criba para la Gran Final. Regalo que les costó una penalización por parte del jurado, ya que incluían la música del pasodoble del "Séptimo de Caballería" de Manolo Santander y de "Las Belloteras" de Cárdenas y Peñalver. Pero eso no importaba. El cariño y el respeto no entienden de puntos ni de jurados. Porque el arte no se puede medir y la sinceridad de aquel tributo demostraba que la mayor puntuación es la de saber que, cuando acaban las coplas, lo que queda son los amigos.

Un año después, el Carnaval del nuevo milenio traía consigo otra noche inolvidable. La antológica chirigota de Paco Cárdenas y Ramón Peñalver, con música de Manuel Sánchez Alba, el Noly, "Los Enterraores del s.XX", sorprendía a los asistentes cambiando en la final la letra de su mítico pasodoble "Mostradores de la Viña", anteriormente cantado en la primera semifinal, para dedicárselo a "sus niños", los hermanos Carapapa, que ese año se habían quedado en el camino con "Los Clásicos Básicos". Una respuesta que volvió a hacer grande la fiesta; que coronó al teatro con el triunfo de la amistad y la decadencia de la supuesta rivalidad. Una sentida letra que recordó a los asistentes por qué son tan grandes Cádiz y su gente. Una pluscuamperfecta lección de honor; una fantástica manifestación de la supremacía del afecto y el compañerismo; frente a la poca credibilidad de aquellos que, aún, se empeñan en borrar los cimientos que sujetan años y años de coplas.

Los aplausos del público, en pie y vibrante de alegría, correspondieron, en sendos casos, el derroche de humildad y arte que dejaron sobre el escenario estas dos grandes chirigotas. Dos agrupaciones que, con el estandarte del cariño por bandera, demostraron que, por muchos premios que estén en juego, lo que nunca se debe perder es la emoción de cantarle a tu tierra por encima de todo y, el orgullo de comprobar que, cuando tu chirigota termina, se sube a las tablas otro grupo de amigos que comparte contigo el privilegio de hacer Carnaval en Cádiz. El privilegio de olvidarse del jurado y recordar a tu gente. El privilegio de seguir unidos, haciendo cada vez más pequeñas e insignificantes aquellas palabras que nos quieren engañar.

En el siguiente video pueden revivir aquellos impresionantes y emotivos momentos y, además, disfrutar de la genialidad de Jose María Barranco, y el pasodoble de los "Villanciscos Pop-pulares" del carnaval de 2002, y la maravillosa letra que corroboraba que nada de lo que esa cuadrilla de aburridos sin quehaceres diga, podrá derribar la fortaleza de amigos y hermanos que cada año engrandecen la fiesta gaditana por excelencia. Así Canta Cádiz, con arte, con gracia. Sin rivalidad.

Texto: Piti Video (Excepcional montaje): La_Gata

miércoles, 7 de enero de 2009

Mercado de Primavera

¿Han pensando alguna vez en cómo el Carnaval se parece cada día más al fútbol? No me tomen por loca antes de tiempo, parense a pensar:

Un mundo que levanta pasiones; un mundo que, lejos de ser aquella fiesta típica de la ciudad más antigua de Occidente, se ha convertido en una competición llena de envidias y ganas de ganar por encima de todo, que tiene su Champions League en el Concurso del Falla.
Los equipos se preparan, el mercado de primavera se abre cuando se cierran cortinas y los fichajes empiezan a volar a una velocidad enorme. Y los rumores...los rumores...esos si que vuelan.

Si hubiera un periódico diario sobre el Carnaval, a modo de 'As' o 'Marca', tengo clara cuál hubiera sido una de las portadas más sonadas de lo que llevamos de espera pre-concurso del Falla (una espera que empieza el mismo viernes de final después de dar los premios). Porque hay noticias que parecen rumores. Hay noticias que no te cuadran y, en cierto modo, porque todo estamos contagiados y atrapados en este binomio Carnaval-fútbol -queramos o no -, no la crees en absoluto.

Antes de seguir con la famosa portada que nunca existió, pero que, seguramente, hubiera sido de las más recordadas; ¿recuerdan aquel sonado fichaje -hablemos de fútbol- de Luis Figo por el Real Madrid?
Figo, uno de los estandartes de aquel Barça de Gaspar; un jugador vestido de azulgrana a quien nadie, nadie, nadie lo veía vestido de blanco. Un jugador que había pasado muchísimos años en el equipo, una estrella intransferible para los aficionados, que no se imaginaban a su ídolo en un equipo que no fuera el suyo.

Pues bien, la imaginaria portada del periodico imaginario al que me refiero, sería, sin lugar a dudas, una composición de titular y fotografía principal que nadie, o casi nadie, podría llegar a creer. Porque no existe periódico, pero, las noticias corren en este mundo y, el día que todos nos enteramos, todos, o casi todos, pensamos que era un rumor.

Imaginen a un afamado comparsista, muy querido, muy respetado, perteneciente a una de las comparsas con más tradición, con más unidad de grupo (por no decir la más), con una gran trayectoria a sus espaldas, y, huelga decir, muy seguida, muy querida, con muchos apasionados aficionados a sus espaldas, que no se imaginan, ni por asomo, que una de sus 'estrellas' se vaya a marchar a otra comparsa también muy querida, muy seguida y, alguna vez, muy respetada.

Sabrán ustedes a estas alturas a qué sonado fichaje de lo que he querido llamar Mercado de Primavera me refiero. Y es que, pensar que el gran Ramoni, se haya ido a la comparsa de Juan Carlos Aragón es, cuanto menos, tal y como se vive hoy en día el Carnaval, extraño. Raro. Llama la atención. Nadie lo creía.

La pregunta es...¿por qué?
¿Por qué nos tomamos esta bendita fiesta como si se nos fuera la vida en ello? Como si fueramos seguidores de un equipo al que defendemos por encima de todo incluso, en muchos casos (todos conocemos muchos, seguro), menospreciando a un equipo rival para engrandecer al tuyo. ¿Por qué pensamos en la marcha de Ramoni como un cambio de la camiseta azulgrana a la blanca, como en su día hiciera el portugués Luis Figo?
¿Cuándo el Carnaval dejó de ser fiesta, sentimiento, disfrute, rivalidad sana?
Todos - el que esté libre de pecado que tire la primera piedra- tenemos un autor o un grupo favorito, pero, ¿por qué si a mi me gusta Funalito, no me puede gustar Menganito? Y, lo que es peor, ¿por qué le damos tanta importancia (importancia que va mucho más allá de lo meramente informativo o curioso) a las idas y venidas de los componentes?

Señores, disfruten de esta bendita locura. A poder ser, por favor, de forma sana. Dejen el afán de protagonismo para los futbolistas, que cobran millonadas. Que viven de ello. Que son objetos publicitarios. No llenen el Carnaval de rivalidades absurdas que, en la mayoría de los casos (hay excepciones que todos conocemos) son inventos de los aficionados. Y Ramoni, que vaya donde quiera, pero, que vaya. Que sería una pena no contar con este jugad...perdón, comparsista, en el Carnaval de Cádiz. Mucha suerte en su nueva andanza en la comparsa de Juan Carlos.

Seguiremos informando :-P

martes, 6 de enero de 2009

La Magia

Pase, vea, sientese, pruebe, sueñe, escuche, sienta...Estoy seguro de que repetirá.
Porque el Carnaval de Cádiz engancha. Nos entra por los oídos, los ojos, el sentido...va recorriendo poco a poco todo nuestro cuerpo hasta llegar al corazón, de donde jamás se marcha. Permanece en nuestro alma alimentando más y más una pasión eterna que, sin importar los altibajos, nunca desaparece.

Una pasión loca, una locura de amor que te enferma cual veneno, te atrapa cual camaleon con su rápida lengua... Cual camaleon de mil caras, que sabe qué rol jugar en cada momento, y que siempre te congela y te ciega con el rápido movimiento de su casi invisible arma.
Porque no todo es bueno en la locura. Porque hay locos que no conservan ni un ápice de cordura y corrompen a su antojo cada cimiento construído. Y el edificio entero se derrumba.

Pero, el Carnaval es mágico y sabe curar heridas. Como un milagro de curandero, una Milagrosa que seca el llanto a ritmo de 3x4. Y se te olvidan las penas cuando escuchas un compás, y de los locos sin cuerda...¿qué es entonces de los locos sin cuerda?

Pase, vea, sientese, pruebe, sueñe, escuche, sienta... No importa lo malo que se vaya encontrando, no importa si algún día siente que este mundillo le ahoga, porque, a pesar de todo, estoy segura de que repetirá...El Carnaval de Cádiz, como la Tacita, es mágico, es grande, es sabio... Un romance eterno, incluso para los que no estamos cerca. Un amor y odio que nunca acaba. Un pasión loca. Una trepidante locura de amor.