jueves, 8 de enero de 2009

Así canta Cádiz

Así, con arte; con gracia. Sin rivalidad. Grupos de amigos que se reúnen cada noche para ensayar; con la mirada puesta en el bendito Febrero: el Concurso del Falla y el aire carnavalesco que inundará de fantasía y alegría las calles de la Tacita de plata. Con el único propósito de plantar cara a los desplantes de la vida con humor. Con ironía. Disfrutando.
El compás de una caja y un bombo, la melodía de una guitarra, un pito de caña y la belleza de las voces de doce amigos acompañan a las ganas y la ilusión en el honor de poder cantarle a la cunita del mar.
Pero, en la sombra, existe una cuadrilla de aburridos sin quehaceres, cuyo entretenimiento predilecto es el de hacernos creer que la sana rivalidad que todo concurso conlleva, se extiende en el caso del Falla a una lucha de intereses y falsedades sin fin.
Personas -personajes- que buscan ser protagonistas de esta fiesta a fuerza de encender hogueras de furia entre los grupos que, lejos de caer en la trampa, nos regalan cada año sus muestras de amistad, cariño y respeto entre los carnavaleros. Porque Don Carnal es más educado y noble que aquellos que lo desprestigian. Porque el Dios Momo no se deja atrapar en falsas patrañas. Porque el Carnaval de Cádiz siempre ha sido, es y será, la fiesta de un pueblo en la que abuelos, padres, hijos y amigos de toda la vida, se suben a un escenario para derrochar genialidad y arte. Una tradición que, por mucho que algunos lo quieran, no entiende de rivalidad y discusiones.

Por encima de la ínfima sombra que arrastran aquellos que alimentan la mentira de la rivalidad, se muestra triunfante la gloria y la humildad de los carnavaleros que durante tantos meses dedican horas y horas a su pasión, entre risas y esfuerzo, para cantar al mundo su visión de la vida, el amor a su tierra y la hermandad entre compañeros.

Aquellos que tanto daño pretenden hacer con sus absurdos propósitos de oscurecer la fiesta, deberían rendirse ante la grandeza de historias que llenan de admirable honor a la Tacita, y engordan el orgullo de sentirse gaditano.

Historias como la que se vivió aquella noche mágica de 1999 que vistió al Falla de etiqueta. Puso los vellos de punta a todos los que escuchaban emocionados el homenaje que David y Francisco Javier, los Carapapa, rindieron aquel viernes de febrero, con sus Hijos del Lama, a las chirigotas que no habían superado la criba para la Gran Final. Regalo que les costó una penalización por parte del jurado, ya que incluían la música del pasodoble del "Séptimo de Caballería" de Manolo Santander y de "Las Belloteras" de Cárdenas y Peñalver. Pero eso no importaba. El cariño y el respeto no entienden de puntos ni de jurados. Porque el arte no se puede medir y la sinceridad de aquel tributo demostraba que la mayor puntuación es la de saber que, cuando acaban las coplas, lo que queda son los amigos.

Un año después, el Carnaval del nuevo milenio traía consigo otra noche inolvidable. La antológica chirigota de Paco Cárdenas y Ramón Peñalver, con música de Manuel Sánchez Alba, el Noly, "Los Enterraores del s.XX", sorprendía a los asistentes cambiando en la final la letra de su mítico pasodoble "Mostradores de la Viña", anteriormente cantado en la primera semifinal, para dedicárselo a "sus niños", los hermanos Carapapa, que ese año se habían quedado en el camino con "Los Clásicos Básicos". Una respuesta que volvió a hacer grande la fiesta; que coronó al teatro con el triunfo de la amistad y la decadencia de la supuesta rivalidad. Una sentida letra que recordó a los asistentes por qué son tan grandes Cádiz y su gente. Una pluscuamperfecta lección de honor; una fantástica manifestación de la supremacía del afecto y el compañerismo; frente a la poca credibilidad de aquellos que, aún, se empeñan en borrar los cimientos que sujetan años y años de coplas.

Los aplausos del público, en pie y vibrante de alegría, correspondieron, en sendos casos, el derroche de humildad y arte que dejaron sobre el escenario estas dos grandes chirigotas. Dos agrupaciones que, con el estandarte del cariño por bandera, demostraron que, por muchos premios que estén en juego, lo que nunca se debe perder es la emoción de cantarle a tu tierra por encima de todo y, el orgullo de comprobar que, cuando tu chirigota termina, se sube a las tablas otro grupo de amigos que comparte contigo el privilegio de hacer Carnaval en Cádiz. El privilegio de olvidarse del jurado y recordar a tu gente. El privilegio de seguir unidos, haciendo cada vez más pequeñas e insignificantes aquellas palabras que nos quieren engañar.

En el siguiente video pueden revivir aquellos impresionantes y emotivos momentos y, además, disfrutar de la genialidad de Jose María Barranco, y el pasodoble de los "Villanciscos Pop-pulares" del carnaval de 2002, y la maravillosa letra que corroboraba que nada de lo que esa cuadrilla de aburridos sin quehaceres diga, podrá derribar la fortaleza de amigos y hermanos que cada año engrandecen la fiesta gaditana por excelencia. Así Canta Cádiz, con arte, con gracia. Sin rivalidad.

Texto: Piti Video (Excepcional montaje): La_Gata

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